Miembros de la IT y amistades en Jerusalén se unieron en la fiesta de Santa Teresa para celebrar, además, las bodas de oro sacerdotales del nuncio en Israel y Chipre, y delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, el arzobispo filipino Adolfo Tito Yllana.
Fue una oportunidad para agradecer una vida de confianza en la Divina Providencia, de servicio desinteresado a Dios y a la Iglesia, a lo largo de sus cincuenta años de sacerdocio.
Los emigrantes filipinos del Grupo de Estudio de la Biblia en Jerusalén con miembros de la Institución Teresiana celebraron la Eucaristía en acción de gracias por las bodas de oro del Nuncio.
El vicario de los trabajadores migrantes, P. Nikodemus Schnable, concelebró con el Nuncio en esta singular ocasión.
Más de 30 emigrantes se unieron a la celebración festiva que también incluyó a un cristiano local que actualmente sirve en la Universidad de Belén, donde el arzobispo Tito Yllana es también rector.
En el saludo de entrada el Nuncio manifestó con agradecimiento:
¿Cómo podía imaginar o pensar que estaría hoy aquí mismo, donde está la fuente de mi sacerdocio? Me ordené en Filipinas en 1972 y estoy aquí celebrando en 2022, justo donde el Señor instituyó el sacrificio de la Eucaristía y el sacerdocio. Es una alegría que no he merecido... Como no he merecido nada en estos cincuenta años. Si he perseverado estos cincuenta años es porque Dios me ha manifestado su gracia, no por mi propio mérito. Es Él quien siempre apoya a sus sacerdotes.
En efecto, en esta fiesta de Santa Teresa de Ávila, ¿cómo no hacernos eco de sus palabras: Solo Dios basta? Son las palabras que nos inspiran hoy, asomándonos a la vida de esta gran Santa, especialmente cuando somos testigos en los demás, y experimentamos en nuestras vidas esta realidad de fe y confianza en la Providencia amorosa de Dios y en su incesante cuidado de los que ama.
Mellie Brodeth.
Fotos: Chona y Gemma.
Texto original en inglés. Traducción Info IT.