Almudena Colorado, como participante, relata en primera persona la sesión del seminario “Claves de acompañamiento en Poveda” celebrada del 18 al 20 de noviembre en Santa María de Los Negrales.

Mejor acompañándonos

Internet nos tiene hoy más conectados que nunca. Se tiene la sensación de no estar solo, pero... ¿es suficiente? En mi opinión, hay algo que se escapa a la wifi. Algo que solo lo da la mirada, la palabra compartida en la cercanía, ese “abrazo a punto de darse”. Y es que no es solo conexión, es acompañamiento. De eso estamos muy necesitados.

Del 18 al 20 de noviembre nos hemos reunido los participantes y equipo del Seminario “Claves de acompañamiento en Poveda”. Ha sido la cuarta sesión, la primera en nuestro segundo año. También se ha unido en modalidad online un grupo de personas de diferentes países.

En la mañana del sábado, se presentó el tema de esta cuarta sesión: “Acompañar el crecimiento de la vida en el Espíritu”. A continuación, tuvimos la puesta en común del trabajo realizado sobre el tema de la sesión anterior: una delicia, esta vez salida de la reflexión personal y sincera de cada uno y cada una. Otra forma de acompañar, desde la generosidad de quienes comparten lo meditado, así como desde la apertura de aquellos que escuchan en el silencio acogedor.

Acompañamiento Poveda 1

Con Santa Teresa

Por la tarde, después de regalarnos en los grupos de contraste una intensa experiencia comunitaria, tuvimos el placer de pasearnos por las tres primeras moradas de Santa Teresa. Una frase de la santa en una de las diapositivas me pareció reveladora: “Estas monjas tienen necesidad de quien algunas dudas de oración les declare… iré hablando con ellas”. (Castillo interior. Prólogo n.4). Parecía que, desde el pasado, la hubiera escrito para quienes estábamos allí presentes.

Al sábado aún le quedaba ofrecernos la celebración de la Eucaristía y la convivencia espontánea compartida, antes de irnos a descansar.

El domingo finalizamos el encuentro practicando un poco de “conversación espiritual”. ¡Es curioso cuán necesario se hace este tipo de conversación, y cuántas otras conversaciones, menos sustanciosas, tenemos en el día a día! Sí, ya sabemos: las prisas, las urgencias… Esta vida ajetreada que no da espacio para lo importante. Conversar de esa manera, desde el Espíritu y la vida, se convierte en todo un anclaje y encaje.

Harina de otro costalAcompañamiento Poveda 2

“Acompañar el crecimiento de la vida en el Espíritu” ha sido un tema que me ha clarificado más los pasos en este camino comenzado el año pasado. Muchos somos los que hemos creído acompañar en el intercambio de palabras, más o menos entrañables y alentadoras, siempre dichas desde el cariño. Vale, no está mal si hay escucha verdadera. Pero, como escribió Pedro Poveda: “Quiere Jesús que no seamos parleros delante de los hombres, (…), ni habladores de cosas inútiles. Desea, en una palabra, que nuestra conversación sea con Él y en su presencia”. (Amigos fuertes de Dios, pág. 53).

Acompañar en el Espíritu es, como se dice popularmente, harina de otro costal. Tiene un sabor diferente y provoca otra digestión. Y todo porque hay un tercero entre acompañante y acompañado: el Espíritu. Es el Espíritu el que impulsa el deseo de preguntarnos, de buscar y de esperar la respuesta que sabemos y confiamos que llegará. Él es el que, desde el silencio, mueve nuestros vientos, los orienta, y fecunda ese acompañamiento para que dé sus frutos.

Se cerró el encuentro compartiendo símbolos, oración, emociones, propósitos… y alegría. La alegría siempre presente, siempre contagiosa, sin estruendo ni desequilibrios. La alegría que se lleva a casa, que brota a raudales. Esa alegría sencilla que nace del sentirse acompañados y acompañadas y que brota, a su vez, de saberse llamados a acompañar.

Almudena Colorado Espinosa.

 

 

 

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