Nació en Linares, Jaén, en 1887 y murió en la misma ciudad en noviembre de 1918, víctima de la epidemia de gripe que aquel año asoló gran parte de España. Tenía 31 años.
En Linares, los apellidos López Montes, Del Castillo, Arista, Poveda y Castroverde constituían familias extensas relacionadas entre sí por vínculos familiares, sociales, ideológicos y de ayuda mutua. Así, Antonia López Arista e Isabel del Castillo Arista, primas entre sí, se consideraron siempre “primas” de Pedro Poveda aunque su parentesco no fuera realmente tan cercano. En la casa de Don Cecilio López Montes y Doña Lucía Arista, padres de Antonia, de José y Francisco, encontró siempre Pedro Poveda apoyo y calor familiares así como ayuda para sus proyectos. Así mismo, en sus años de Covadonga “los tíos y los primos de Linares” pasaron algunas temporadas; Antonia pudo conocer directamente los proyectos pedagógicos que se iban consolidando en Oviedo y Gijón y contactar personalmente con algunas de las primeras profesoras de la Academia; José y Francisco -Pepe y Paquito-, cursaron sus estudios en Oviedo y recibieron las orientaciones y la atención de su primo sacerdote.
Antonia encabeza el primer Libro de Registro de los miembros de la Institución Teresiana. En el apartado correspondiente a su “inicio en la Obra”, se puede leer: “desde su fundación”. En una de sus cartas se puede leer: “Pudiéramos decir que amábamos nosotras la Obra, que aún no existía; nos preparábamos para ella con fe y esperanza, pedíamos luces para el que la concebía, y nos ocupábamos en trabajar y formar nuestro espíritu según la dirección fervorosa, sabia y prudente que se nosdaba". Ese plural incluye a Isabel del Castillo y alude al tiempo que Pedro Poveda pasó en Linares después de su salida de Guadix en febrero de 1905 y los años posteriores en que ambas mantuvieron y alentaron las primicias de lo que pronto sería la Obra Teresiana. Merece un lugar especial en la memoria de la Institución la creación en 1908 de un ropero, conocido en Linares como “Cunita del Niño Jesús” que a modo de fundación benéfica no sólo atendía a numerosas familias necesitadas, sino que al mismo tiempo reunía a un numeroso grupo de jóvenes con las cuales se compartía una experiencia de fe y se profundizaba en las reflexiones y escritos de Pedro Poveda, considerado guía y maestro por todo el grupo.
La vida de Antonia transcurre en Linares entre la actividad política de Don Cecilio, líder del Partido Liberal de la ciudad, la piedad bondadosa de Doña Lucía y la total dedicación de su persona y sus bienes a la Obra que comenzaba.
Antonia pudo vivir los primeros años de la Obra de las Academias, las primeras fundaciones y los primeros pasos institucionales de la futura Institución Teresiana. En 1916 formó parte del primer Consejo y en 1917 participó en el acontecimiento del primer reconocimiento civil y eclesiástico de la Obra en la Diócesis de Jaén. Ese mismo año, en agosto, formó parte del primer directorio con el Fundador y Josefa Segovia.
Muchas veces Pedro Poveda denominó a Antonia “alma de la Obra Teresiana” puesto que había llegado a ser un claro referente para las jóvenes que se acercaban a las diversas Academias. Sus escritos y lo escrito sobre ella se conserva con veneración en la Institución Teresiana.
Colaboración AHIT