Nacida en El Escorial (Madrid) en 1878, desde pequeña, a los 14 años confiesa en sus notas autobiográficas, “me interesaba por la gente obrera, sin darme cuenta de esa inclinación”. No fue consciente entonces de que allí se iniciaba la línea-eje de su ser y actuar, la vocación social que marcó rumbo a toda su vida.

En efecto, esta joven escritora, futura conferenciante y periodista, puso su persona y su pluma al servicio de la gente obrera, de la mujer obrera en especial, desde sus claras convicciones éticas y católicas. De ahí que su prolífica actividad la desarrollara desde ámbitos públicos tanto políticos como eclesiales, pero siempre en la línea de concienciar a la sociedad sobre los temas candentes en favor de la mujer.

maria echarri 5La reflexión-acción de la Iglesia en aquellos años dio lugar a la creación de las llamadas Semanas Sociales, a las que María fue invitada –inaugurando como única mujer la presencia femenina en ellas– para exponer lecciones sobre esta temática como “La Acción Social de la mujer” o “El trabajo a domicilio de la mujer de Madrid”. Contribuyó con otras muchas ponencias, publicadas después, sobre criterios de fondo y cuestiones prácticas tales como “La vuelta al hogar de la madre obrera”, o la necesidad de descanso vacacional gratis para la mujer trabajadora.

Enviada por distintas instancias eclesiales, asistió como ponente a numerosos Congresos Católicos Sociales por varios países de Europa. Fue nombrada Secretaria Nacional de los Congresos Católicos Internacionales de Obras de la Protección de las Jóvenes, y otros sobre Represión de la Trata de Blancas. Tras la creación de la Acción Católica de las Mujeres de España, trabajó en su Secretariado, encargada de la sección femenina internacional, representándola en diversos Congresos Internacionales de Ligas Católicas Femeninas. Bajo su iniciativa y colaboración se inicia con éxito el primer Sindicato Católico Femenino de España, todo un hito en aquella época y cuyo creciente desarrollo en muchas provincias y gremios dio lugar a la creación de la Confederación Nacional de Obreras de Sindicatos Católicos Femeninos.

Tanta actividad entusiasta, “eficiente porque preparada”, es natural que le fuera reconocida con diversas condecoraciones. Destacamos la Cruz de Leopoldo II de Bélgica; la de Arcade de Roma del Papa Pio X; y la insignia de Emérita de Acción Católica por parte del Cardenal Primado de España.

Así mismo es notable la presencia de María de Echarri en los ambientes sociales más comprometidos. En 1918 fue nombrada Inspectora del Trabajo del Instituto de Reformas sociales, del cual llegó a ser vocal hasta que tuvo que dimitir por no querer abandonar su tarea en el Sindicato Católico Femenino.

Pero son los primeros años 20 los que marcan un doble hito en el itinerario biográfico de María de Echarri. Por una parte, es nombrada Concejal del Ayuntamiento de Madrid, una de las tres mujeres a las que dio paso el reciente Decreto del General Primo de Rivera para que la mujer pudiera actuar en la vida pública. Poco tiempo después pasa a la Asamblea Nacional en la sección de Cuestiones Sociales, Beneficencia y Sanidad, desde la cual sigue luchando por las mejoras sociales que humanizaban el trabajo de la mujer –la llamada Ley de la Silla, por ejemplo–, su derecho a la sindicación, y su derecho a igual retribución que el hombre en igualdad de condiciones laborales.

En 1925, su temprana relación y continua colaboración con Pedro Poveda y su obra pedagógica adquieren un compromiso estable. Se habían conocido en Covadonga antes de que diera comienzo la obra de las Academias. Les unió una gran amistad y apoyo mutuo, dada la preocupación que siempre acompañó a Poveda y que se traducía en lograr bolsas de trabajo, comedores de caridad, ayuda económica a viudas y becas de estudiantes.

Sin embargo, quizá la plataforma que más y mejor aprovechó Echarri en servicio de sus ideales sociales fue la prensa. Su incansable labor de articulista aparecía en diversos medios: el Noticiero Universal de Barcelona; en La Vanguardia, con el seudónimo de Raissa; en la Gaceta de Cataluña; en los periódicos católicos de Prensa Asociada; en El Debate primera época. Más tarde en Ya, ABC, Diario Vasco de San Sebastián, Boletín de la Institución Teresiana, Paz Social, Revista Católica de Cuestiones Sociales, El Universo, donde era redactora, y otras muchas publicaciones periódicas de nivel nacional y de provincias.

De sus numerosos artículos destacamos:

“Pedagogía femenina” en El Debate, Madrid 19 de enero 1919; “Las obreras católicas en la Asamblea”, en La Verdad de Murcia 1928; “Así lo han entendido” en Diario de Menorca 1943; “¡De acuerdo!” A D. Maximiano García, en Ya, Madrid 1943.

De otras publicaciones, en las que predominan las biografías, señalamos:

La acción de la mujer, Centro de Defensa Social, Madrid 1908; Vida de Santa Luisa de Marillac, Fundadora de las Hijas de la Caridad, Madrid 1943; Biografía de Doña Luz Casanova. Fundadora de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús, Madrid 1951; Vida de la Santísima Virgen María, Madrid, Año Mariano de 1954.

Entre las publicaciones literarias señalamos algunas novelas:

Favor por favor, Santander 1906; Los misericordiosos. Narraciones para niños, Madrid 1909; Las vacaciones de Elena y otras narraciones, Barcelona 1915.

De su trabajo como traductora:

El libro de la madre, de Paul Combes, en Biblioteca de la mujer cristiana, Barcelona 1909; Les Lectures de Louis Claude Fillion, en 1927; El legado supremo de Cristo. He aquí a tu madre del Abad J. M. Gallay, 1954.

Así mismo merecen ser reseñadas las publicaciones que recogen su labor social a favor de la mujer:

Mujeres en la Historia de España, Ed. Planeta, 2000; “Echarri, defensora de la mujer trabajadora”, en El Ideal Gallego, marzo 1993; “La primera mujer alcaldesa y varias concejalas en toda España”, en El Mundo, abril 1999. También aparece Echarri en varios estudios del Ministerio de Cultura sobre “La incorporación de la mujer en la Administración del Estado, Municipios y Diputaciones (1918/1936)”, de 1981 y “El trabajo y la educación de la mujer en España (1900/1930)”, de 1996.

Tras esta apasionada e infatigable trayectoria vital, que tanto aportó en campos hasta entonces vedados a la mujer, falleció María de Echarri en San Sebastián en 1955.

Colaboración AHIT

 

 

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