El Espacio cultural Plaza de la Concha de la Institución Teresiana en Córdoba (España) ha ofrecido dos encuentros sobre el proceso sinodal en modalidad online y presencial.

Consuelo Vélez, teóloga miembro de la Institución Teresiana de Colombia, profesora de la Universidad Javeriana de Bogotá, y Amelia Sanchís, profesora de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad de Córdoba y experta en estudios de género, ofrecieron sus reflexiones, que motivaron el intercambio posterior. Mª Luz Ortega, miembro ACIT, actuó como moderadora.apertura concilio vat2

Plaza de San Pedro, apertura de Concilio Vaticano II

La sinodalidad en el origen

En el primer encuentro, el 29 de enero, la doctora Vélez abordó el tema Raíces teológicas de la sinodalidad, al que llegó haciendo una breve alusión a las raíces bíblicas y las raíces patrísticas. En sus orígenes, la Iglesia fue circular e incluyente, también de las mujeres. San Cipriano, en el siglo III, afirmaba que en aquello que concierne a todos, todos han de estar implicados en su decisión. En el Concilio Vaticano II, se recupera esta nota de la identidad de la Iglesia y aparece el modelo de Pueblo de Dios, que el papa Francisco retoma al convocar este nuevo sínodo. Consuelo Vélez subrayó la importancia de mirar al pasado y descubrir los rasgos liberadores de la Iglesia para vivirlos hoy.

Como fundamentos teológicos de la sinodalidad, señaló:

  • Una Iglesia que tiene su origen en la Trinidad, que es comunidad y comunión. Recuperar este fundamento trinitario es volver a sacar a la luz el dinamismo del Espíritu que es caminar, arriesgar, asumir lo nuevo…
  • Iglesia pueblo de Dios, que camina en comunión, formado por el laicado y el clero, en el que el sacramento fundamental es el bautismo. Esto implica resituar la jerarquía y no considerarla como la que detenta el poder. El sentido de la fe radica en todo el pueblo de Dios. Todos sentados en la misma mesa, con diferentes carismas. De ahí la insistencia en la necesidad de romper con el clericalismo.
  • Iglesia en salida, en diálogo también con quienes están fuera, con el momento presente, sin miedo a usar el lenguaje que usa nuestro mundo.

La doctora Vélez recordó algunas de las características propuestas en el documento de preparación del sínodo y dijo que puede entrar la duda de si dará resultado un cambio que se propone de arriba a abajo, señalando que, más allá de lo que llegue al sínodo, es ya importante el camino que se haga en cada iglesia local, como el Papa señala, y evitar los peligros del intelectualismo, el formalismo y el inmovilismo. “Es una ocasión de reavivar la esperanza de que la Iglesia sea más parecida a la Iglesia de Jesús”, concluyó Consuelo, antes de pasar al intercambio en sala, donde se abordó la necesidad de la formación del laicado y de identificar cauces de participación que sean inclusivos.

cordoba sinodo

Una oportunidad para la igualdad

La doctora Amelia Sanchís abordó, el 19 de febrero, el tema Repercusiones del proceso sinodal en la dimensión de género. Partió de la afirmación de que, si en la Iglesia incomodan términos como feminismo o género, se merma la posibilidad de construir e incorporar el aporte de las mujeres que, en la sociedad actual, son ciudadanas con derechos y deberes. Aludió a que, en la llamada del Papa a romper con el clericalismo, la sinodalidad es un camino para reequilibrar el binomio ministerios-comunidad, con una dinámica circular ad intra y una llamada a tender puentes ad extra. Las mujeres, a lo largo de la historia, han sabido tejer redes, con resultados eficaces.

Tras la introducción, la doctora Sanchís hizo un recorrido histórico, con el objetivo de conocer qué pueden aportar las mujeres a la sinodalidad. Señaló cómo, a la desigualdad entre varones y mujeres, se une el hecho de que, a partir del siglo IV, fue aumentando la primacía de los ministerios ordenados que son sólo de varones, lo que hace que la mujer quede fuera del poder. Desde el principio del siglo XX, las mujeres abanderan muchos de los movimientos de fieles que reclamaban el puesto del laicado. Pio XII y Juan XXIII dan algunos pasos hacia la igualdad del varón y la mujer en la Iglesia, hasta llegar al Concilio Vaticano II, en el que hubo afirmaciones de igualdad radical, que no siempre quedaron recogidas en los documentos. Si bien el código de derecho canónico de 1983 supuso un cambio importante en relación al anterior, la igualdad de derechos no está aún contemplada en él.

sesion apertura sinodoLa doctora Sanchís sugirió que se practique, con ayuda del sentido del humor, “la regla de la inversión”: ¿Qué dirían los varones si se les tratase como se ha tratado a las mujeres? En la escucha que se propone para la preparación del sínodo, sería oportuno ayudar a que los varones se pongan en el lugar de las mujeres. 

Pasó a dar algunos datos de participación de mujeres en el proceso sinodal en el que, por primera vez, una mujer tendrá voto, al haber sido nombrada la religiosa francesa Nathalie Becquart subsecretaria del Sínodo de los obispos, un nuevo paso del papa Francisco en el camino de la incorporación de mujeres a puestos de responsabilidad en la Iglesia. En las comisiones del sínodo, la proporción aún sigue siendo desigual, excepto en la de metodología.

Continuó sugiriendo no perder de vista la reflexión que se va haciendo, en diferentes países, sobre qué quieren hacer las mujeres dentro de la Iglesia y qué pasos seguir dando. Nombró, como instancias que están en este camino, la Conferencia de Superioras Mayores, la Asociación de Teólogas Españolas y la Revuelta de mujeres en la Iglesia. Antes de pasar al diálogo en sala, sugirió un test de corresponsabilidad y género con varios ítems que ayudan a tomar consciencia de si está habiendo o no participación de las mujeres en la organización, a nivel local, del proceso sinodal.

Al terminar el debate en sala, quedaron en el ambiente una aspiración: derechos; y una esperanza: la sinodalidad puede abrir nuevas ventanas.

Estrella Sendra, Córdoba.

 

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